lunes, 7 de diciembre de 2009

DESNUDO EN EL CAFÉ

En Madrid hay dos cafés que ojalá el tiempo siga deteniéndose en ellos.Son el Café Comercial y el Café Barbieri.A mi me gusta visitarlos solo,sentarme y observar a mi alrededor.Galdós dejó dicho : "Por doquiera que el hombre vaya lleva consigo su novela",es un buen momento para divagar en la novela de cada uno y entretejer la imaginación.La última vez que estuve en el Comercial le pedí al camarero (con chaquetilla blanca y galones amarillos,otra novela) un té con limón.Con el último trago ya frío,había dibujado a un vecino que se parecía a Orson Wells (soberbia cabeza),leído un capítulo de "El espejo del mar" de Conrad y lo más importante...sigilosamente había pegado bajo mi mesa la tercera acuarela del proyecto centenario.En el Café hay una treintena de mesas,podría haber hecho un plano,pensé, mientras salía por la puerta giratoria (otra maravilla,que te gira a otro tiempo) pero al salir di unos pasos a mi derecha hasta la tercera ventana y desde allí observé mi mesa,la cuarta de la fila.
A ver,no nos liemos,el Comercial tiene tres ventanales al salón principal que dan a la plaza,la tercera ventana es la más alejada a la puerta giratoria,tras ella una docena de mesas alineadas,la cuarta es la vuestra.
Buenas noches Bajo la mesa

1 comentario:

  1. Vengo del Café Comercial. Carmen y yo íbamos toamndo un café de Starbucks así que ella se ha quedado fuera sujetándolo y viendo la escena desde la ventana.
    Había un chico jovencito sentado en la cuarta mesa al que se le han iluminado los ojitos cuando me he sentado y me he pueso a mirar por debajo. No estaba el sobre y, para evitar confusiones con el pobre chico, le he dicho que me había dejado algo por ahí. Ha empezado a levantar su chaqueta y sus libros del banco y aunque yo ya sabía que no lo iba a encontrar por ahí he disimulado un poco mirando también. Al final, muy sonriente, me ha dicho el nombre de un camarero para que le preguntara a él (no he entendido por qué) pero ya era demasiado por un día, así que le he dado las gracias y me he ido sin sobre y con la cara colorada.

    María Luján

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