jueves, 25 de marzo de 2010

LA FUGITIVA

El otro día tuve una mañana muy literaria.Mi amigo Gulliver me tenía en su librería tres libros ilustrados por Vallotton que estaban esperándome.Los dibujos eran magníficos y el mejor librero de Madrid,me los prestaba para echarles un vistazo.

Pensé ,"qué mejor sitio para saborearlos que en La Fugitiva".Con éste misterioso nombre han abierto una librería-café que es una delicia,está en la calle Santa Isabel.Cuando entré había poca gente,curioseé unos cuantos libros y me senté en la primera mesa a la izquierda,con vistas al mercado de Antón Martín. Lo siguiente fueron pequeños placeres,el disfrute de los dibujos a tinta,un jazz suave que estaba en el aire y un acompasar lento de curiosos lectores que poco a poco iban llenando el local.

Antes de irme saqué un sobre y disimuladamente lo pegué.

(Esta noche he vuelto a La Fugitiva,se presentaba un libro de Miluca Sanz a cargo del gran Marchamalo,el sobre ya no estaba allí)

2 comentarios:

  1. Nuestro ‘Desnudo bajo la mesa’ confieso que no ha sido fortuito, pero la experiencia casi igual de intensa.
    1º convencer a Manolo para que me acompañe a uno de estos ‘juegos’ que en el provocan la inmediata reacción de ‘yo paso…’
    2º O sea, la que pasa al local indicado soy yo…la mesa indicada está ocupada por dos señoritas jóvenes que discuten acerca de unos papeles extendidos sobre… la mesa!!
    3º Inspecciono el local, nuevo para mí, cotilleo ejemplares de los libros expuestos…miro a Manolo fuera esperando, castañeando con el pie derecho y, por fin, me dirijo a la mesa.
    4º ‘Perdonar…hay algo debajo de esa mesa esperándome, os importa que…’ me tiro al suelo para hacer que el trance sea lo más breve posible, palpo tres cuartas partes de la parte inferior de la mesa pero nada, no está. Asomo la cabeza y digo un breve ‘…no estoy loca’ caras con miradas interrogantes ‘un amigo ha dejado un precioso dibujo debajo de esta mesa. Solo me queda por inspeccionar esa esquina que tienes debajo. Y ya, con el interés despertado, las tres nos encontramos debajo de la mesa (vestidas) con el mismo propósito y… ahora sí, ahí está!
    Lo cojo, lo abro y lo enseño. Les encanta. Me lo llevo.
    Solo me quedaba darte las gracias por un rato distinto, por este precioso dibujo y por descubrirme este café-librería La Fugitiva al que, sin duda, volveré.
    Un beso,
    Paula

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  2. Me gusta La Fugitiva, sí.
    Las sillas desparejadas. Los estantes metálicos, un poco de archivo provincial (de los horrores). El suelo de madera. Y el radiador cruzado en la tarima del mostrador, como un obstáculo.

    Un día, cuando tenga una mañana libre, me sentaré también en la mesa más cercana al mercado, como un turista siquiera accidental: el periódico, la cámara de fotos, y un café con la leche templada.
    Tal vez lleve unos papeles.

    Miraré por si hay algún dibujo pegado bajo la mesa. Disimuladamente. No lo habrá, pero lo miraré.
    Y antes de irme, dejaré el libro que llevo en una de las estanterías. Tal vez la primera, a la izquierda, en la entrada.
    Abajo, en la primera balda. Por ejemplo el tercero. Sera Brodsky, aquel poeta del agua.

    Y tendrá la esquina de una página doblada.
    Señalará un poema que empieza: "Los Reyes han olvidado tu dirección".

    Me marcho. Antes vuelvo a mirar bajo la mesa, siguiendo la costumbre del resto de los clientes, que -no sé por qué- lo hacen.

    Qué cosas.

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